Libres por la promesa

Gálatas 4:21-31

Versículo 21

¿No han oído la ley?

Pablo se dirige a los judaizantes y a los gálatas que estaban aceptando la enseñanza de ellos.

Les quiere mostrar el desvarío de dejar la fe para volver a la ley.

Se dirige a quienes enseñaban y aceptaban la necesidad de guardar la ley y querían hacerlo. (1:6; 3:3; 4:11, 17)

Se había generado el deseo de hacerlo y si no se cortaba a tiempo, convertirían tarde o temprano el seseo en acción.

Los falsos maestros y falsos hermanos, seleccionaban de la ley lo que les convenía a sus propósitos, pero no prestaban atención a las lecciones que hay en ella.

Son dos cosas bien distintas estar bajo la ley y entender la ley.

Versículo 22

Los hijos de Abraham, de la esclava y de la libre.

Para los judaizantes la sólo los descendientes de Abraham tenían derechos al acceso a la gracia de Dios.

Pablo les recordaba que Abraham había tenido dos hijos y ambos eran descendientes de él:

Uno nacido de la esclava, Agar, y otro de la libre, Sara.

Era una práctica normal de las costumbres de ese tiempo entregar a la esclava para que concibiera (Gn. 30:3-13).

Era un esfuerzo humano el querer tener la promesa con su esclava (Gn 16:1-16; 17;18) y tenía la esperanza de que Dios lo aprobara.

Pero Dios tenía su plan a través del hijo de Sara, Isaac (Gn 21:2)

Dios tuvo en estas dos mujeres un ejemplo tipológico de las dos alianzas, la de las obras y la de la fe.

Debemos resaltar la inspiración verbal y plenaria de la Escritura cuando estamos ante ejemplo que dese el punto de vista humano no serían reconocibles como tipológicos.

Versículo 23

El esclavo nació según la carne; pero el libre por la promesa.

Recalcamos que Ismael fue engendrado por medio de los esfuerzos del hombre o por medio de la actividad propia del hombre.

Cuantos de nosotros hacemos los esfuerzos posibles para lograr algo y no entregamos en las manos de Dios para que Él haga según su voluntad.

El concebir a través de una esclava era una costumbre de esa época; pero no por eso tiene disculpa, ya que habían otras costumbres propias del mundo idolátrico que Abraham no practicaba.

Ese hijo es figura de lo que el hombre natural hace, su esfuerzo, las obras humanas, para lograr por sí mismo lo que sólo puede proceder de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es (Jn 3:6) Nacer de la carne significa nacer conforme al curso de la naturaleza.

En cambio Isaac nació en razón al cumplimiento de la promesa de Dios, sin ningún factor humano, (Ro. 4:19; He. 11:11-12) Fue un nacimiento sobrenatural, milagroso (Ro. 4:18)

Versículos 24

La Alegoría tipológica aplicada.

Pablo explica esta relación alegórica como una tipología, que representa una verdad que se desprende de sí misma.

Versículo 25

El monte Sinaí es el lugar donde se dio la ley, que conlleva a la esclavitud.

Versículo 26

La Jerusalén de arriba, el cielo, es libre. Nuestra esperanza ya no está en lo terrenal sino en lo celestial al monte de Sion (Jn. 14:2; He. 12:22; Ap. 3:12; 21;2, 10).

Jerusalén como nombre parece estar vinculado a la paz. En el mundo sólo existe inquietud y ausencia de paz. Cristo es nuestra paz y Dios prepara un lugar donde la paz será la forma natural de vida.

La Jerusalén de arriba está vinculada con el pacto de la promesa, pacto de gracia, donde no hay esclavitud ni maldición sobre sus hijos.

Versículo 27: (Isaías 54:1)

Todo esto es obra del Señor y no se produce por esfuerzo personal, ni corresponde al premio por las obras de la ley que el hombre pudiera haber hecho. Es el resultado de la gracia y la misericordia de Dios que lo hace posible.

Versículo 28: Somos hijos de la promesa.

El ser judío o gentil no tiene importancia alguna para alcanzar la promesa por el camino en que es alcanzable, el de la fe.

Versículo 29: EL esclavo persigue al libre.

El mundo de la carne, sea religioso o idólatra, persigue a los cristianos como consecuencia de lo que estos son. La libertad espiritual del creyente es envidiada por quienes no pueden alcanzarla por las obras legales y mucho menos por la pecaminosidad libertina.

Versículo 30: (Gn 21:10-12)

La ley y la gracia no pueden morar juntos, debe ser echada lo que corresponde a la esclavitud para poder gozar de la verdadera libertad.

Lo que Dios desea es que en la actual dispensación dejemos el judaísmo, la ley, las tradiciones religiosas que esclavizan y nos acojamos a la fe para participar en la libertad de las bendiciones de la promesa.

Versículo 31

Como resultado de la acción de la gracia y no de la obras de la ley, es que el creyente es libre, por tanto debe vivir en la libertad con que fue hecho libre y no permitir, bajo ningún concepto, caer en el legalismo escalvizante del que fue rescatado por la fe.

Conclusión

El creyente debe vivir en libertad porque es libre

La admirable obra de la gracia trae una eterna consecuencia para el creyente; Ser constituido hijo de Dios mediante la adopción. (Ga. 4:4-5; 1 P. 2:9)

La única forma posible de hacer conocer la condición de hijo de Dios, es mediante de la expresión en la vida del carácter del Padre  celestial. Especialmente el atributo del amor que hizo posible la redención y la adopción. A los creyentes se les llama a manifestar amor los unos hacia los otros (Jn. 13:34).

El legalismo es un peligro que no ha desaparecido, por tanto, el que vive en la libertad cristiana, debe estar desligado de tradiciones y cuestiones esclavizadoras que, sin base bíblica, enseñadas tradicionalmente como algo que debe hacerse, lo separan de la experiencia admirable de la libertad en Cristo, condición de todo hijo de Dios.

Las tradiciones impuestas como doctrina hacen iglesias tristes y motivan deserciones en aquellos que son incapaces de vivir en la esclavitud cuando han sido hechos libres.

Vivir en libertad nos trae verdadero gozo y nos lleva a demostrar el amor que Dios ha puesto en cada uno de nuestros corazones, cumpliendo de esta manera la ley, porque el cumplimento de la ley es el amor (Ro. 13:8-10).