LOS BENDITOS

EFESIOS 1:3

Después de la introducción, Pablo salta en una explosión de júbilo y alabanza muy parecida a 2Co 1:3; 1P 1:3.

 

I. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Bendito=eulogëtos literalmente, hablar bien. En español, elogiar (Ro 12:14).

A. El adjetivo eulogëtos (bendito) únicamente aparece referido a Dios (Mr 14:61; Lc 1:68; Ro 1:25; 9:5; 2Co 1:3; 11:31; Ef. 1:3; 1Ti 1:11; 1P. 1:3, etc., etc.). Sólo Dios puede recibir un elogio que no se limita a “hablar bien”, sino a adorarle, a entregarle todo a él. Esa es la alabanza bíblica de todos los tiempos (Gn 14:20; 24:27; 1S 25:32; Sal 72:18-19, etc) ¿Vivimos en el espíritu de gratitud con adoración? (Sal. 103:1–3).

Pero, ¿Es realmente Cristo tu Señor?...

¿Cómo respondes a esta pregunta: Lc 6:46? La salvación es por gracia, pero la salvación se manifiesta por la obediencia a nuestro Señor, Mt 7:21-23(Lc 13:23-28). No podrás experimentar el gozo del que habla la Biblia si Cristo no es tu Señor, porque él nos redimió para ser nuestro Señor (Ro 14:7-9; 2Co 5:14-15; 1Co 6:19-20).

 

B. ¿Qué es una bendición espiritual? No es, por ejemplo, una visión, una aparición de

un ángel, etc. Nada de eso es lo que enseña el apóstol Pablo. Entonces, ¿qué beneficios

espirituales hemos recibido por la gracia de Dios? Muchos, por ejemplo:

a) La Biblia, que contiene el mensaje del Dios que nos ama

b) Jesucristo, que vino a este mundo para morir por nuestros pecados

c) La iglesia, familia eterna, donde escuchamos el mensaje de Dios

d) La salvación que tenemos por la fe en Cristo

e) El perdón de nuestros pecados

f) La presencia del Espíritu Santo que está en nosotros día tras día.

g) La promesa de estar para siempre en el cielo con Cristo.

Nadie es digno de la bendición de Dios, sino que Él en su soberanía nos hizo receptores de ella. Todos. ¿Eres bendito de Dios? “… nos bendijo.” Entonces alábalo hoy y siempre, porque todo lo que tenemos y recibimos es de Dios, Stg 1:17.

“Hermano, pero y ¿qué de las pruebas?” No siempre entendemos que las pruebas formen parte de la bendición. Sin embargo, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Ro 8:28). Dios produce hechos y cambios que no siempre son explicables en el presente, pero el cuidado que tiene de nosotros debe movernos a gratitud constante porque él utiliza todo para transformarnos a la imagen de Cristo, (Ro 8:29).

Sin embargo, hay una diferencia grande entre la bendición que nosotros damos a Dios y la que él nos concede. Nosotros sólo hablamos, le bendecimos con nuestro lenguaje y nuestro sentir, pero él lo hace con dádivas y favores. Demuestra su deseo de bendecirnos dándonos ricos dones espirituales y cuidados materiales.

(Leer Mac Arthur, 9 nov.)

 

C. El origen de todo bien es Dios (Sal. 16:11; Stg 1:17). Dios nos da su amor y todas las riquezas de su bondad, de su gracia y de su gloria (Ro 2:4a; Ef. 1:7; 3:16). Además,

vamos hacia el cielo y nuestra ciudadanía está en los cielos (Fil 3:20). Los peregrinos no andamos en círculos, sino que caminan hacia su destino (1P 2:9).

Tenemos todas las bendiciones a nuestra disposición, simplemente debemos apropiarnos de ellas por la fe. La fe es creer lo que Dios dice, y actuar en obediencia. Por la fe…He 11.

 

D. Dónde se realiza la bendición: en los lugares celestiales en Cristo (3c).

Los “lugares celestiales” se mencionan cuatro veces en la epístola:

- Donde está el trono de Dios (1:3). Él está en control ¡aun del calentamiento global!

- Es la esfera donde Cristo está sentado a la diestra de Dios (1:20).

- Allí estamos “posicionalmente” sentados con Cristo todos los que hemos muerto y resucitado con él (2:6). Allí también estaremos cuando por la muerte Dios nos lleve ahí.

- Los principados y potestades observan desde ese lugar la multiforme sabiduría de Dios que muestra la iglesia (3:10). ¡Hasta los ángeles aprenden en la iglesia! ¿Y tú…?

- Las bendiciones espirituales son las únicas apropiadas para los que tienen su verdadero hogar y nacionalidad en el cielo, en Cristo Jesús (Fil 3:20). Sin Jesucristo es imposible obtener las bendiciones de Dios.

 

John Piper dice que la palabra “bendito” debe traducirse “¡Feliz!” Dios no es un Dios triste, que con cara toda arrugada, allá en el cielo lleva el peso de toda la infelicidad del mundo. No, no es así. Como es el todopoderoso, el sabio, omnipresente Dios, tiene la más fantástica, la más gloriosa solución para todo.

Ante Él no hay dilema, no hay confusión, no hay imposibilidad; ¡hay solo felicidad! Todo a su alrededor es glorioso (véanse Ap 1:13–18; 4:1–11; 5:9–14; 7:10–17; 11:15–19; 15:2–8; 19:1–16; 20:11–15; 21:1–8; 22:1–7.) En los momentos más trágicos para la tierra, vemos al grandioso Rey de reyes con todo predeterminado y perfectamente solucionado.

Es por este Dios feliz —por lo que es, y por lo que hará— que nosotros también nos reímos en medio de nuestras lágrimas, porque sabemos el triunfo que nos espera porque somos más que vencedores en Cristo Jesús, Ro 8:37-39.

¡Has sido comprado por la sangre de Jesucristo (1Co 7:23; 1P1:18)! Hermano, si tú perteneces a Cristo, debes ser la persona más feliz, más alegre, más contenta, más radiante porque ¡Todos tus pecados han sido perdonados! ¡Tu destino está asegurado! ¡Todo lo que eres y todo lo que tienes están en las poderosas manos del Rey de reyes y Señor de señores!

Es para saltar, para gritar de gozo, y para reír, y reír, y reír. ¿Qué importa un dolor aquí, un reumatismo allá, un riñón molestoso por acá, una diabetes que te fastidia, un nervio ciático inflamado, que se caiga el pelo o los pocos dientes que tienes para masticar? ¡Tienes lo que más vale! ¡Tienes a Jesucristo! ¡Perteneces a Cristo!

No es que por reírse el dolor desaparecerá. No, no nos equivoquemos. El dolor es real… y duele. Es que en comparación con lo que Cristo nos ha dado, nuestro gozo opaca al dolor.

Por eso es que la Biblia dice que debemos regocijarnos, y como que Dios es un Dios feliz sus hijos deben ser felices. La risa y la alegría siempre debe ser parte del pueblo de Dios. Es la alegría que brota del corazón de todo aquel que sabe que ha sido redimido por la sangre de Cristo. Fil 4:4.

 

El próximo domingo estudiaremos de qué gran manera nos bendijo nuestro Bendito Dios.


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