LO MÁS IMPORTANTE ES EL AMOR

1Jn 2:7-11

 

En el anterior mensaje se establecieron dos modos de cómo podemos estar seguros de que pertenecemos a Cristo. ¿Cómo podemos estar seguros de que pertenecemos a Cristo?  Si vivimos como Cristo quiere. Esto es, vivir en total obediencia a Dios. La fe cristiana verdadera se traduce en una conducta de amor; esa es la razón por la que Juan dice que nuestra conducta nos otorga la seguridad de que pertenecemos a Cristo.

 

En este mundo podemos ver tres modos de amor: “te amo porque…” “Te amo si…” Y el verdadero amor, el de Cristo, “Te amo a pesar de…” De este amor estamos hablando.

Mandamiento Antiguo, Lv 19:16-18; 1Jn 3:11;

Mandamiento nuevo, Jn 13:34; 15:12-13. Nuevo en frescura. Es nuevo porque propone una nueva norma, el amor de Jesús. El amor desinteresado que los cristianos se prodigan unos a otros da testimonio ante el mundo de que son verdaderos discípulos de Cristo.

Amar como Jesucristo nos ha amado. No son sólo generalidades, sino amor demostrado con el ejemplo supremo de nuestro Señor.

Ej. 2Co 8:9>Lc 9:58. Mt 5:43-48. ¡No puede un cristiano aborrecer a otra persona;  mucho menos a un hermano en la fe!

Amor no es solamente un sentimiento o una preferencia; es una decisión, es lo que uno

hace y cómo uno se relaciona con otros; es decir, un compromiso, una manera de vivir.

Jesús declara que el mundo conocerá que somos sus discípulos si nos comportamos con

amor los unos hacia los otros. El odio, las discordias, los celos,  los arrebatos de ira,  las

rivalidades,  disensiones,  divisiones, sectarismos, envidia y otras cosas parecidas, son

contrarias al espíritu de Cristo, porque Su amor fue un amor sacrificial, incondicional; es un

amor constante, que vela por los mejores intereses del ser amado.

Él nos manda que nos amemos como él nos ha amado. Fil 2:1-5.

Repito que sin la llenura del espíritu Santo, sin la sumisión total a nuestro Señor y su Palabra, es imposible amar así.  Ej. Esposos, padres a hijos, hermanos, etc.

¡Ojo! El verdadero amor no es un amor débil, es una relación que confronta, pero por el bien del ser amado, Mt 18:15. El amor implica disciplina y castigo, Pr 3:11-12; He 12:5-12.

El apóstol pone la razón para este mandamiento diciendo “porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.” Cristo espera que cada vez nos sometamos más y más a su luz, a la verdad. Antes éramos tinieblas, pero ahora somos luz, por lo tanto andamos en la luz de Cristo.

1Jn 2:9-11. El que dice que está en la luz,  y aborrece a su hermano,  está todavía en

tinieblas.” No es una recaída. Esta persona nunca ha nacido de nuevo, “está todavía”.

Un verdadero cristiano NO PUEDE ABORRECER A SU HERMANO. Está incapacitado para odiar. (Mt 7:18).

Dios es Luz y Amor y sus hijos somos hijos de la luz. El buen árbol no puede dar malos frutos.

El que ama a su hermano,  permanece en la luz,  y en él no hay tropiezo.

“El que aborrece a su hermano está en tinieblas”. El que odia a su hermano vive en tinieblas, es un impío, Pr 4:19.

Continúa en estado de tinieblas el que anda con odio y enemistad contra los creyentes. El amor de Jesucristo nos enseña a valorar el alma de nuestro hermano y a temer todo lo que dañe su pureza y su paz. Donde haya tinieblas espirituales, estarán entenebrecidos, oscurecidos, la mente, el juicio y la conciencia, y de esta manera erraremos el camino a la vida celestial. Estas cosas exigen un serio examen de sí mismo; y la oración ferviente para que Dios nos muestre qué somos y dónde vamos, Sal 139:23-24; 2Co 13:5.

1Jn 2:12-14. Se vuelve a dirigir a los diferentes grupos de cristianos.

- Hijitos, los niños en Cristo, saben que Dios es su Padre y que todos sus pecados han sido perdonados: eso es todo lo que saben. Además se fijan, como niños, en todo lo ostentoso, en milagros, prodigios, etc.  Jn 3:16; 6:47. 1Co 14:20; 3:1-3; Ef 4:14.

- Los jóvenes en la fe son fuertes en Cristo y en el poder de su fuerza. Obedecen a Cristo, no se dejan atrapar por el pecado. Ellos vencieron al maligno por la palabra de Dios que permanece en ellos, Ap 12:10-11; Ga 2:20.

- Los padres son creyentes avanzados que conocen a Aquel que fue desde el comienzo, antes que este mundo fuese hecho. Ellos se deleitan en la persona de Dios mismo. El centro de su vida y deleite es Cristo, por lo que renuncian a este mundo, Fil 1:21. Su deseo es conocer más y más a Dios, y por supuesto, enseñan lo que saben.

¿En cuál categoría te encuentras tú, hermano? Ef 4:11-16.