El espíritu de sabiduría y de revelación
(Parte 2)
Efesios 16
“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones” Efesios 1:15-16.
Pablo tuvo mucha razón para agradecer a Dios por los efesios; él había escuchado cosas buenas de los hermanos (no chismes) y lo menciona en sus oraciones. Si hubiese escuchado malas, también las habría mencionado en oración delante de Dios.
¿Cómo vemos a nuestros hermanos, sólo nos quejamos y molestamos? ¿Para qué podríamos dar gracias en cuanto a nuestros hermanos?
¿Cómo vio Cristo a sus discípulos? En Pedro por ejemplo veía lo que quería hacer de él, no lo que era en el momento. Cristo invirtió literalmente su vida por Pedro y logró hacer de él un hombre firme y fiel. Mientras que Pedro confiaba en sus propias fuerzas, fracasaba; pero aprendió confiar solamente en Cristo (vea Jn 1:42; 21:18-19).
Si nosotros estamos dispuestos a ver en nuestros hermanos lo que Cristo ya ha hecho en ellos, e invertimos en sus vidas (por ejemplo dando gracias y orando por ellos) nuestra actitud hacia ellos cambiará.
Nuestras oraciones muchas veces no llegan más allá de nosotros mismos. Nuestros problemas parecen demasiado grandes y no logramos echarlos sobre Cristo, parecen volver como un boomerang. La receta de Pablo funciona, él empezó su oración con alabanza, maravillándose de la grandeza de Dios y sus obras.
“No le digas a Dios, cuán grande son tus problemas; diles a tus problemas, cuán grande es Dios.”
Lo que podemos aprender de María sobre la oración (Jn 2:1-11), véase MdP # 362 de marzo de 2011.
Desafío:
- Da gracias por los hermanos.
- Alaba a Dios por lo que ha hecho, está haciendo y va a hacer.
- Dile lo que falta (sin tus soluciones).
- Ora con la Biblia (Padre nuestro, Salmos, pasajes como la de Ef 1:15-23; 3:14-21).
“Los Salmos no se conoce estudiándolos, sino orándolos – pues son oraciones. Si empezamos a orar con los Salmos, nuestras oraciones no estarán dominadas por la pobreza de nuestros corazones, sino por la riqueza de la Palabra de Dios.”