VIVE DIGNAMENTE, COMO CRISTO

Filipenses 1:27-30

Últimas palabras de Chávez: “Yo no quiero morir, por favor no me dejen morir”. Qué tristes palabras. Me da mucha pena el haberlas leído. Estas palabras muestran la desesperación de una persona que sabe que todo se le está escapando de sus manos, de su control.

La gran pregunta que todos debemos hacernos es la siguiente: ¿Estaremos listos? 

¿Tus últimas palabras serán como las de Chávez?  ¿O nuestras últimas palabras reflejarán la confianza de que Cristo ha derrotado al enemigo final (1Co 15:26)? ¿La confianza de que cualquiera que confía en Jesucristo vivirá, aunque muera (Jn 11:25, 8:51)?

Si el momento de tu fallecimiento se está acercando, como le pasó a Chávez, ¿qué dirías? Esa es la gran pregunta de tu vida. Es la gran cuestión de la vida de cada persona. Pero,  

I.  27a. DEBEMOS COMPORTARNOS COMO ES DIGNO DE CRISTO.

Debemos tener integridad y vivir de manera consecuente con lo que creemos, enseñamos o predicamos. Esto es sólo posible por la abundante gracia de Dios, 1Co 15:10. No es sólo una lista de cosas que tenemos que hacer; es Dios mismo obrando en nosotros. Algunas maneras:

    Ef 4:1-6.     Con Humildad

                        Con Mansedumbre

                        Soportándonos con paciencia en amor

Ama y aprecia las personas diferentes a ti. Los miembros diferentes hacen un cuerpo. Aprende a disfrutar cómo los miembros del cuerpo de Cristo nos complementamos unos a otros.  

   Col 1:10-12 Agradándole en todo

                        Llevando fruto en toda buena obra

                        Creciendo en el conocimiento de Dios

                        Fortalecidos en el Señor

                        Con paciencia y benignidad

                        Con gozo

                        En paz

                        Muy agradecidos

    1Ts 4:1-3    En santificación, apartados de toda inmoralidad.

    2P 3:14       Sin mancha, irreprensibles, en paz.

a) Comportarse así siempre, no sólo cuando estás aquí.

b) No solo cuando está presente el pastor o un hermano que te puede observar.

Nuestro Señor, y la gente observa tu vida. ¿Pueden ver a Cristo en ti? ¿Qué tan bien cumples como su representante? (Fil 2:15)       

II. 1:27b-28. DEBEMOS MANTENERNOS FIRMES.  Lc 9:51

a) Combatiendo unánimes,  junto a tus hermanos por la fe, Ej. Campaña con Franklin Graham.   Ef 4:1-6.                                                                                                                                                        

b) Sin miedo de los que se oponen:  Familiares, amigos, compañeros, etc.

Si se oponen, es muestra de tu salvación, Ro 8: 16-17; 2Co 2:14-16.

No tengas miedo, mantente firme sin dudar, Ej. Ex 14:5-13.

III. 29-30. Se nos ha concedido (Gr. Jarízomai, Gracia conceder como favor,   gratuitamente, en bondad,) por la causa de Cristo:

a) Que creamos en él, Ro 3:24; 4:16; Ga 1:15; Ef 2:8; Stg 1:18; Jn 3:3, 5; 1P 1:23.

b) Que padezcamos (suframos, por Gracia) por Cristo, Mt 5:11-13;  igual que Pablo. Col 1:27-2:1; 1Ts 2: 1-2; 1Co 4:9; 2Co 6:3-10; 2Co (12:12-15); 11:23b-33.

La vida cristiana no es sólo creer, sino también sufrir, repito 1:29.

Pablo consideró un privilegio sufrir por Cristo.  No consideramos el sufrimiento como un privilegio. Pero cuando sufrimos por representar con fidelidad a Cristo, nuestro mensaje y nuestro ejemplo nos afectan a nosotros y a otros para bien, Hch 5:41.

El sufrimiento tiene estos beneficios adicionales: (1) desvía nuestros ojos de las comodidades terrenales; (2) aparta a los creyentes superficiales; (3) fortalece la fe de aquellos que persisten; (4) sirve de ejemplo a aquellos que puedan seguirnos.

Cuando sufrimos por nuestra fe no significa que hemos hecho algo equivocado. Es más,  comprueba que hemos sido fieles. Permite que el sufrimiento construya tu carácter. No te resientas ni te desanimes.

Pablo sufrió, a lo largo de su vida, por difundir las buenas nuevas. Igual que los filipenses, nuestra lucha es contra las fuerzas de maldad que tratan de desacreditar el mensaje salvador de Cristo. Todos los creyentes verdaderos están juntos en esta lucha, unidos en contra del mismo enemigo y por la misma causa.

La iglesia contemporánea no habla de esto. Ahora se predica que todo es prosperidad, placer, sanidad, riqueza material, etc. ¡Cómo ha perdido la sal el cuerpo de Cristo! La sal es, en definitiva, indispensable. Sin ella nuestro organismo tendría grandes problemas para digerir alimentos y absorber nutrientes. Si nuestro cuerpo pierde sal y no la remplazamos, podemos morir. La sal es, sin ninguna duda, esencial para nuestro cuerpo.

Por eso es que el mundo se está corrompiendo, muriendo, porque le falta sal, le falta el sabor y el testimonio de la iglesia.

¿Qué de nosotros? Decimos que amamos a Cristo, pero no amamos a su cuerpo, la iglesia. ¡Qué absurdo! Si llueve, hace frío, calor, etc., se quedan en casa; en el mejor de los casos… a ver un culto por TV.

Nuestro Señor dice que se muestra nuestro amor a él por nuestra obediencia, por nuestra dedicación. ¿Nuestro tiempo, dinero, afectos, etc.? Ej. Dn 3:16-17.

¿Estás viviendo dignamente como corresponde a un hijo de Dios? Salmo 90:10-12.

 Nm 23:10. Un profeta llamado Balaam trata de maldecir a Israel, como no le resulta esto, induce a los israelitas a que comentan pecados de fornicación con chicas moabitas, entonces Dios mismo se encarga de castigar a los israelitas. Indudablemente este “profeta” era un impío, pero dice “sea mi muerte la del justo, mi final como el del justo”. ¡Sinvergüenza! Hay personas que quieren morir como santos, pero viven como impíos, ¿cómo vives tú? No te equivoques (Mt 7:21-23.)