LA COMPLETA DEIDAD DE JESUCRISTO 1Jn 5:20

 

1.         POSEE ATRIBUTOS QUE SÓLO DIOS TIENE.

ATRIBUTOS ESENCIALES.

a.         Eternidad, Gn 21:32; Dt 33:27; Is 9:6; Mi 5:2; Cp. Jn 1:1-2; Ap 1:8

b.         Omnipotencia, Gn 28:3; 35:11; 48:3; Cp. Mt 28:18; 1Co 15:25; Fil 3:21.

c.         Omnipresencia, Sal 139:1-14; Jer 23:23-24, Cp. Mt 18:20; 28:20; Jn 14:23.

d.         Omnisciencia, 2Cr 16:9; Pr 15:3, 11; Is 46:9-10, Cp. Jn 2:24-25; 16:30.

e.         Inmutabilidad, Sal 102:25-26; Mal 3:6, Cp. He 1:10-12; 13:8.

f.         Totalmente Dios, Col 1:19; 2:9. Jn 12:37-43.

g.         Santidad, Sal 78:41; Is 6:2-3; Cp. Mr 1:24; Lc 1:35; Jn 12:37-41; Hch 3:14.

h.         Luz, 1Jn 1:5, Cp. Jn 1:9; 12:46.

 

Otros atributos principales:

a.         Vida: Jn 1:4; 5:26; 14:6; Dt 30:19-20; He 7:16.

b.         Verdad: Jn 14:6; Ap 3:7.

c.         Amor: Jn 13:1, 34; 1Jn 3:16.

Si los atributos representan los elementos del ser, y los atributos divinos son los rasgos que distinguen a la Deidad, y todos los atributos se le atribuyen a Cristo, Él es Deidad en el sentido más absoluto de la palabra.

 

2.         JESUCRISTO TIENE LAS PRERROGATIVAS DE LA DEIDAD

a.         Él es el creador de todas las cosas, Jn1:3,10; Col 1:16; He 1:10. Cp. Is 42:5; 44:24;      45:12

b.         Él es el preservador de todas las cosas, He 1:3; Col 1:17.

c.         Él perdona pecados, Lc 5:20-24; Col 3:13.

d.         Él conoce los pensamientos, Jn 2:24-25; 21:17.     

e.         Hace las señales de Dios, Mt 11:2-6, Cp. Is 35:3-5.           

f.         Él resucitará a los muertos, 2Co 1:9; Jn 5:21, 28-29; 11:25.

g.         Él juzgará a este mundo, Sal 9:7-8; 98:9; Cp. Jn 5:22; 2Ti 4:1; Ap 20:12.

h.         Él recibe la adoración que sólo le corresponde a Dios, Sal 95:6; Jn 5:23; Lc 24:52;

            Mt 2:2; 28:17; Jn 9:38. Fil 2:9-11; Mr 3:11, etc.

i.          Él tiene la misma gloria del Padre, Jn 8:54; Is 42:8; Jn 17:5; 13:31-32.

j.          Él es el primero y el postrero, Ap 1:10-18; 2:8; Is 44:6; 48:12.

k.         Toda rodilla se doblará delante de Él, Is 45:23, Cp. Ro 14:10-12; Fil 2:10.

l.          Recibe la misma honra que el Padre, Is 48:11 Cp. Jn 5:23.

 

Dios oye nuestra oración

(1Jn 5:16-17)

Buenos días hermanos. Hace dos domingos hemos empezado reflexionando sobre las dos certezas centrales de un hijo de Dios. Hemos visto, que Juan quiere, que tengamos seguridad en la vida espiritual, sobre todo, que como hijos de Dios tenemos la vida eterna y segundo que Dios oye nuestra oración.

El hermano Juan Antonio ha dado más énfasis los dos domingos pasados sobre el tema de la oración y porque Dios a veces no responde a nuestras oraciones.

Para que tengamos otra vez presente el texto bíblico y el contexto del tema de hoy, leemos otra vez los versículos 14 al 17 del capítulo 5 de 1ra carta de Juan.

14 Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.

15 Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.

16 Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él.

17 Toda maldad es pecado, pero hay pecado que no lleva a la muerte.

Dios oye nuestra oración

En los versículos 14 y 15 vemos claramente, que Dios oye nuestras oraciones. Sus oídos están abiertos y él quiere que sus hijos clamen, que nosotros abramos totalmente nuestros corazones y que usemos este acceso libre y directo a Dios. Así nos enseña también Hebreos 10:22: “Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe” Tenemos confianza en Jesucristo y la certeza que Dios oye nuestra oración y responde. Pero para que nuestras oraciones puedan ser respondidas, tienen que corresponder con la voluntad de Dios. El problema es, que sus caminos son más altos que las nuestros, y que a veces no entendemos cuando Él no nos da lo que pedimos. Pero al mismo tiempo sabemos que sus planes para nuestra vida no pueden ser superados.

Estábamos reflexionando también sobre la pregunta ¿Cómo oro para que mis oraciones estén bajo la voluntad de Dios y sean respondidas? Les he entregado una lista de oraciones de la biblia de las cuales sabemos, que están bajo la voluntad de Dios. ¿Hay algunas personas que están usando esta lista? ¿Tiene alguien un testimonio de cómo Dios estaba respondiendo? ¿Alguien encontró otras oraciones en la biblia que están de acuerdo a la voluntad de Dios?

A veces vemos las respuestas rápidamente, a veces necesitamos paciencia y perseverancia. Pero de todos modos podemos saber y estar seguros, de que Dios oye nuestras oraciones.

Ya vemos en algunos casos y en otros casos será realidad lo que dice exactamente el versículo 15: “Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.” Podemos saber con certeza que Él escucha y responderá a las solicitudes; podemos estar tan seguros como si ya lo hubiéramos recibido.

No olvidemos nunca que tenemos un Dios grande, poderoso, y nunca, nunca, nunca subestimar su poder o limitarlo.

Ahora, Juan menciona explícitamente en el versículo siguiente un ejemplo cuando nuestra oración no es contestada, o no puede ser contestada. El escribe en verso 16: „Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él.“

¡Qué extraño pasaje en la Biblia! Juan hace una distinción entre dos tipos de pecado. Él dice que hay pecado que no lleva a la muerte y pecado que sí lleva a la muerte.

Queridos hermanos y hermanas, ahora es muy importante que no saquemos este versículo fuera de su contexto de la intercesión. Lo que hace este pasaje de la Biblia tan difícil es, que Juan no explica cuál es el pecado que lleva a la muerte porque él trata aquí la cuestión de la intercesión. Si Juan ha escrito esto es así, debe entonces haber sido entendido por los receptores lo que significa el pecado de muerte.

Pero, ¿qué hemos de entender nosotros por esto? Si abrimos los comentarios, nos encontramos con puntos de vista muy diferentes, que nos enseña que siempre hay que tener mucho cuidado para no caer en la especulación. Algunos dicen que es blasfemia contra el Espíritu Santo, otros dicen que es apostasía, y hay varios otros puntos de vista etc.

Juan comenta, que hay pecado que lleva a la muerte, y que no escribe más sobre esto, muestra que él no trata este pecado en particular, sino solamente es un ejemplo. En tal caso no es necesario seguir orando (no digo que se ore por él), dice Juan casi al final, sabiendo, que esta oración no sería contestada por Dios. Personalmente creo, que ese es un caso excepcional hermanos. ¿Es necesario que conozcamos un caso especial hasta el último detalle y que busquemos una aguja en un pajar? Creo que no nos ayuda mucho. Pero ¿qué solución debo presentarles?

Tengo dos opciones. Puedo transmitirles mi punto de vista muy plausiblemente, sin embargo existe el riesgo de que yo pudiera estar equivocado. La otra opción es, que puedo simplemente dejarlo abierto y decirles honestamente que la Biblia no nos da una respuesta concluyente. Me decidí por esta segunda opción. Debido a las diversas explicaciones tengo más preguntas que respuestas.

Por lo tanto, como este pecado no es el tema principal aquí, no voy a especular sobre esta cuestión, pero voy a seguir el hilo rojo en el texto, a saber, que Dios oye nuestras oraciones.

El texto sigue siendo interesante, porque el tiempo del verbo “cometer un pecado” significa un estilo de vida, una conducta pecaminosa, una duración de una acción repetida. Al mismo tiempo vemos aquí que se trata de un “hermano”. Pero, ¿cómo se concilia esto?

La Biblia dice claramente, que un hijo de Dios no vive en el pecado y Juan nos ha enseñado esto muchas veces en su carta. Por ejemplo en 1 Juan 2:1 leemos: “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen.” Juan escribe aquí explícitamente a sus queridos hijos, a personas entonces, que son nacidos de nuevo. A ellos dice, que no pequen, quiere decir que no viven en un estilo de vida pecaminoso. Después en capítulo 3:6 y 9 donde Juan nos enseña: “(6) Todo el que permanece en él, no practica el pecado. Todo el que practica el pecado, no lo ha visto ni lo ha conocido. (9) Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.” Vemos aquí también, que un hijo de Dios no vive en pecado. Y una tercera referencia para subrayar eso del capítulo 5 verso 18: “Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo, que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”. Un verdadero hijo de Dios, no comete pecado de forma rutinaria.

Por eso, debo asumir que Juan piensa aquí en un hermano, que no es nacido de nuevo. Un cristiano verdadero se muestra como alguien que vive justo, no vive en un patrón continuo de pecado y además es obediente a la Palabra. Ya sea que eres un hijo de Dios y vives de acuerdo a la palabra de Dios o no. Juan siempre ha marcado esta línea divisoria clara en su carta. Aquí, en este versículo, sospecho que él está pensando en una persona que asiste a la iglesia, pero que no es nacida de nuevo. Incluso en 1 Juan 2:11 y 3:15, donde se trata de odiar a un hermano, Juan usa esta palabra, pero al mismo tiempo dice que no es un hijo de Dios. En 1 Juan 2:11 leemos: “Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad.” Aquí Juan habla de dos personas de la iglesia y un hermano está odiando a otro hermano. Entonces dice claramente, que el “hermano” que odia a su hermano, no es hijo de Dios o con las palabras de Juan: está en la oscuridad”

Pero ahora, ¿cuál es nuestra tarea? Queremos hacer lo que dice el texto bíblico: “Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él”. Ora, ruega por esta persona, que vive en un estilo de vida pecaminoso. Este es el mensaje principal y la misión para nosotros en este versículo. Hemos visto en verso 14, que tenemos acceso libre a Dios y que podemos ir ante Él con libertad de expresión y con confianza. Este es el camino que queremos tomar y pedirle a Dios para que tenga misericordia de mi “hermano” y que le de arrepentimiento. Es muy difícil decir, sino casi imposible, cuando una persona ha cometido  pecado que lleva a la muerte y creo que es por eso que el texto no enseña una prohibición explícita. Probablemente es mejor dejar esta decisión a Dios, que conoce el corazón y orar por este hermano.

Si tú piensas en este sentido de nuestra iglesia, ¿quién pasa por tu cabeza? Puede ser que sepas, que esta persona vive en pecado. ¿Cuál es tu tarea? Juan nos ordena orar por él o ella. ¡Somos obedientes! ¿No quieres empezar orando por él o ella ahora y ser obediente a la palabra?

Hermanos, sabemos que ¡Dios oye nuestras oraciones! Además tenemos aquí una promesa muy alentadora. ¿Te has dado cuenta? La biblia dice: “ore por él y Dios le dará vida.” ¿Sirve entonces tu oración algo, si una persona recibirá vida? Personalmente creo, que Juan se refiere aquí a la vida eterna y en mi prédica hace tres domingos hemos visto, que tener la vida eterna es la mayor bendición posible para una persona en esta tierra. A través de nuestra oración, Dios dará vida a esta persona que vive todavía en pecado. Creo que está bien, que esta persona ya asiste a la iglesia, y aunque no es hijo de Dios todavía, puede llegar a ser un hijo de Dios un día, pero Juan nos pide orar por esta persona. ¿No queremos empezar a orar o seguir orando mucho más para estas personas, para que Dios les dé vida?

Me parece que la oración es como un salvavidas. Normalmente el salvavidas está colgado, hasta que alguien lo necesita, porque se está ahogando. Y si nos hemos dado cuenta de esta situación delicada, rápidamente lanzamos el salvavidas a esta persona para que ella no muera. ¿No es parecida también en lo espiritual? Alrededor de nosotros muchas personas están ahogándose y nosotros muy dudosamente usamos el salvavidas de la oración. Este verso me anima a orar de nuevo y con intensidad por personas que conocen el evangelio pero que no son hijos de Dios todavía, pero también para todos los demás. Tenemos la promesa que “Dios le dará vida”.

Hemos visto entonces en este verso, que puede haber personas incluso en la iglesia que se ponen una cascara y que aparecen como creyentes. Pero tarde o temprano se revelará que no son hijos de Dios. Por estas personas queremos orar. Pero me conmueve mucho también, que “Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él.” ¡Qué triste es eso y sobre todo será por aquellas personas que no han aceptado a Jesucristo como su Salvador y Señor! ¡No juguemos con la santidad de Dios!

Para que entendamos la seriedad de este tema, continua Juan en Verso 17: “Toda maldad es pecado”. Todo entonces, lo que no puede ser concordado con la justicia de Dios, es pecado. Juan no hace ninguna diferencia entre delitos menores y mayores, como lo encontramos en nuestra justicia. Los que no actúan de acuerdo a la ley de Dios, cometen pecado. A la luz de la santidad de Dios, cualquier injusticia es pecado y en Romanos 6:23 el Apóstol Pablo nos enseña claramente: “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.”

Veo en mi mente, como Juan con su dedo índice nos detiene y dice: Dios no puede ser burlado, lo que siembras, cosecharás. No tengas la impresión de que Dios no se toma en serio los "pequeños" pecados en tu vida. “Toda maldad es pecado”. No nos olvidemos de esto. Debemos mantener la sensación nítida y clara por la iniquidad y la abominación de toda la injusticia y no tomar la injusticia a la ligera, porque la Palabra nos enseña aquí, que la paga del pecado es muerto. Quiero explicarles este versículo de Romanos 6:23 con la siguiente gráfica.

Nosotros todos nos damos cuenta, que hemos pecado y por eso muestra aquí eso con esta mochila ploma. Al otro lado tenemos la dádiva, el regalo de Dios, la vida eterna. Pero el pecado nos separa de Dios. La Biblia dice aquí, que la paga del pecado es muerte. Pero Jesucristo puede poner un fin a esta línea de muerte, porque murió para todos nosotros en la cruz. Todos aquellos que confiesan sus pecados y aceptan a Jesucristo como su único Salvador y Señor, les serán perdonados sus pecados y por eso no hay nada más que nos separa de Dios. Además Jesucristo nos da este regalo de la vida eterna.

Estas buenas noticias trae también Juan en la segunda parte de este versículo, cuando escribe: “pero hay pecado que no lleva a la muerte.” Esta afirmación no debe hacernos descuidados, pero sorprendido y agradecido. Hermano, hermana, ¿cuándo hay pecado que no lleva a la muerte? Jesús dice en Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera” o como Juan nos enseña en esta carta, el segundo capítulo: “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo” (1 Jn. 2:1).

Jesús es la vida, y el que cree en Él, confía en Él, se abre a Él, se rinde a Él, acepta su salvación y le invita a entrar en su corazón, vivirá. Jesús puede poner fin a esta línea de la muerte. Esto es gracia. Y porque Él vive, nosotros vivimos; vivimos para siempre.

Conclusión

Para terminar, quiero concluir con un resumen. Hoy hemos recordado que Dios oye nuestra oración y que como hijos de Dios tenemos acceso libre a Dios. Tenemos el gran privilegio de poder abrir nuestros corazones plenamente delante de Dios. Todos sus hijos, que creen en Jesucristo, tenemos la promesa, de que Dios nos oye y responderá a nuestras peticiones, si están bajo la voluntad de Dios.

Me alegro mucho, que hay personas que están usando la lista de oraciones de las cuales sabemos, que están de acuerdo con la voluntad de Dios y por eso Él responderá.

Hemos reflexionado sobre esta expresión del pecado que lleva a la muerte. Como no podemos saber exactamente, que significa este pecado y por eso lo hemos dejado abierto. Si vemos un hermano que vive en pecado, sabemos cuál es nuestra tarea. Dios quiere que oremos por él para que Dios le dé vida. ¡Qué promesa! Hermanos, Dios oye nuestra oración. Eso se aplica en el caso, de que esta persona no cometió un pecado que lleva a la muerte. En el otro caso, Dios no responderá a nuestra oración y por eso Juan no nos ordenó orar por él.

Dios es santo y toda injusticia es pecado, pero gracias a Jesucristo, nuestros pecados pueden ser perdonados, si nos acercamos a Dios y le confesamos nuestros pecados y le invitamos a entrar y gobernar nuestras vidas. Todas las personas que han aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador han recibido el regalo de la vida eterna y por eso nuestros pecados están perdonados y no nos llevan a la muerte. Dios es vida y Él quiere que todos tengamos esta vida eterna.

LA SANIDAD Y LA ORACIÓN

1JUAN 5:14-15

¿Por qué estamos hablando este tema? Porque actualmente, en muchas congregaciones cristianas, se ha sacado a Jesucristo del centro de la vida y se está predicando un evangelio donde el centro es el hombre y su satisfacción. Esta es una manera astuta ya presentada por Satanás en la antigüedad.

1Pe 4:19 “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.”

I.- LA ENFERMEDAD Y LA SANIDAD.

Dios tiene absoluto control sobre la enfermedad. Algunos ejemplos:

Gn 16:2. Esterilidad de Sarai.

Gn 30:1-2. Esterilidad de Raquel.

Ex 4:11. Mudos, sordos, ciegos.

Dt 28:61. Enfermedades diversas.

Dt 32:39. Vida y muerte.

1Sm 1:5. Esterilidad de Ana.

1Sm 25:37. Muerte de Nabal.

2R 15:5. Rey Azarías, lepra.

1Cr 10:13-14. Muerte de Saúl.

2Cr 13:20. Jeroboam.

Lm 3:37-38.Dios da lo bueno y lo malo.

Hch 12:23. Muerte de Herodes.

 

II. EL DIABLO ES SIRVIENTE DE DIOS.

Job 1:8-12; 2:4-6.

1Sm 16:14. Espíritu malo sobre Saúl.

Job 42:7-8. Job, hombre recto y perfecto, temeroso de Dios y apartado del mal, sufre la pérdida súbita de sus diez hijos y de su hacienda y fortuna.

Job nunca acusó al diablo de los males que él estaba experimentando; en todos sus pensamientos se refería a Dios a quien le echaba la culpa de sus sufrimientos, Job 1:21-22; 7:12-14,20; 9:16-18, 22-24; 10:2-3, 16-17; 16:11-14; 19:6-15, 21; 30:9-11, 20-23.

Dios dijo que Job había hablado con rectitud acerca de Él, y no así sus amigos. 

Job cuestionó de muchas maneras el actuar de Dios, hasta que el Omnipotente se le aparece en medio de una tormenta y comienza a preguntarle a Job muchas cosas acerca de su creación. Dios NO contestó a la pregunta de por qué Job sufría. No presentó ninguna explicación o excusa por qué permitía el sufrimiento.

Dios no tiene la intención  de ser examinado por el hombre. Dios es el que pregunta, no el hombre.

Cuando Dios habló no era para llenar el intelecto humano con respuestas a las preguntas filosóficas o teológicas, sino para demostrarle que su sufrimiento no lo había apartado de Dios,  al contrario de lo que decían sus amigos.

Job encuentra alivio no DE su infortunio, sino EN su infortunio. Dios es para Job mucho más precioso ahora como nunca antes.

III. TRES PUNTOS DE VISTA SOBRE EL SUFRIMIENTO.

1. Satanás: La gente cree en Dios sólo cuando está prosperando y no está sufriendo,

Job 1:8-11; 2:4-5. FALSO

2. Los tele evangelistas: El sufrimiento es el juicio de Dios sobre el pecado. Por eso un verdadero cristiano no puede sufrir. NO SIEMPRE ES VERDAD.

3. Dios: El sufrimiento es la forma en que Dios nos enseña, humilla y refina, que hace que confiemos en Dios por quién es Él y no por lo que hace o comprendamos.

La enfermedad fortalece la fe en el verdadero cristiano.

La fe debe de ser probada, 1P 1:6-7. El sufrimiento nos lleva al arrepentimiento, y éste a la santidad. Muchas veces el dolor y el sufrimiento son los medios que nos llevan a entregarnos a Dios y a buscar la santidad de Cristo. He 12:9-11.

El sufrimiento puede traer una fe activa, dinámica en la vida; una calidad de vida diferente. Al igual que la sequía lleva las raíces de un árbol a buscar agua en la profundidad, asimismo el sufrimiento nos puede llevar de una fe superficial a una verdadera dependencia de Dios en cada aspecto de la vida.

 

IV. ¿JESÚS Y SUS APÓSTOLES SANARON A TODOS?  

Muchos dicen que Jesús siempre sana, ej. Mt 4:24; 9:35;>> He 13:8.

No siempre es así, ej. Lc 5:15-16. ¿Quizás nuestro señor quería enfatizar que la comunión con su Padre era más importante que sus otros ministerios? Vemos que debido a su elección divina no siempre Jesús sanó a todos  (Jn 5:2-3, Betesda). Este milagro no fue consecuencia de la fe del hombre, como muchos otros.

Milagros sin fe de los beneficiados. Ejemplos:

Mt 12:9-13, hombre con mano seca.

Jn 9:1-7, ciego de nacimiento.

Lc 13:11-13, mujer encorvada.

Lc 14:1-4, hombre hidrópico.

Hch 3:1-7, mendigo cojo en la puerta del templo.

 

Enfermedades no curadas, ejemplos:

- 1Ti 5:23, Timoteo tenía fe verdadera, 1Ti 1:2; 2Ti 1:5. Pablo no le dice: “Sólo cree en Cristo para tu sanidad.” El problema no era falta de fe. No sabemos por qué el Señor no lo curó.

En todo el NT no vemos que los apóstoles criticaran a los enfermos su falta de fe ni su pobreza.

- 2Ti 4:20, Trófimo.

- 2Co 12:7. Se dan explicaciones muy complejas para mantener el supuesto de que un hombre de fe y poder, nunca estará enfermo, pero es verdad. El texto es Dios puede realmente usar la enfermedad como un medio de guía en su ministerio.

De todos modos podemos decir que:

1. Es la voluntad normal de Dios que la gente sea sanada, pero él sabe por qué hace o no.

2. Dios no está limitado a la falta de fe del enfermo.

3. El cuándo y cómo corresponden a la voluntad de Dios.

4. El uso de formas de sanidad como la medicina, no es necesariamente una muestra de una fe débil.

5. No se puede jamás juzgar a un enfermo como espiritualmente inferior, sólo porque esté enfermo.

El acoso de los miembros de la iglesia puede ser peor que la enfermedad: “Si tuvieses fe no estarías enfermo”. Esto es peor que el sufrimiento de la enfermedad.

[Algunos consejos para consolar a los que sufren:

En tiempos de dolor o largas enfermedades, es natural que las personas duden, se desalienten o se vuelvan impacientes. Por eso es que necesitan alguien que las escuche. Necesitan paciencia, no críticas.

1. Escuchemos al que sufre.

2. No hablemos sólo por hablar.

3. No demos sermones, antes bien demos  respuestas amables.

4. No acusemos, juzguemos ni critiquemos.

5. Pongámonos en el lugar del enfermo.

6. Ofrezcamos nuestra ayuda (incluso material) y aliento.

Los que mejor pueden consolar son aquellos que han experimentado sufrimiento personal.]

 

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