POR TANTO ACORDAOS AHORA.

EFESIOS 2: 11-22

I Por tanto, ¿qué? v 11. ¡Sólo en ÉL! 

a) Hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual.

b) Hemos sido escogidos para que seamos santos y sin mancha delante de Dios.

c) Por medio de Jesucristo hemos sido hechos y adoptados hijos de Dios.

d) Nos hizo aceptos en el Amado Hijo de Dios.

e) Nos rescató del poder del diablo.

f) Nos perdonó todos nuestros pecados.

g) Dios hizo sobreabundar su gracia sobre nosotros.

h) Nos dio sabiduría e inteligencia verdadera.

i) Nos dio a conocer su voluntad presente y futura.

j) Nos dio herencia sobreabundante.

k) Nuestro destino eterno está asegurado.

l) Hemos sido sellados con el Espíritu Santo.

m) Todo esto para alabanza de la gloria de Dios.

n) Además, Dios nos dio todo su poder para transformarnos.

o) Nos hizo miembros del Cuerpo de Cristo.

p) Nos dio vida en Cristo cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.

q) Nos cambió nuestra manera de vivir.

r) Nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

s) Toda esta salvación es un regalo de Dios.

t) Somos una obra de arte hecha por Dios.

 

II         Acordaos, ¿de qué? v 11-12.

Por todo eso Pablo continúa diciéndonos que nos acordemos también de que en otro tiempo éramos “la gente”, “la chusma” para los judíos que se creían la leche, la nata y la crema de la humanidad. Bueno, no les faltaba razón, porque Dios mismo había hecho pacto con ese pueblo. El problema era que los israelitas se creyeron superiores a todos los demás, sin darse cuenta que ellos mismos eran de los más grandes pecadores. 

a) Éramos llamados incircuncisos porque no teníamos en nuestro cuerpo la marca del pacto de Dios con Israel, circuncisión (Gn 17:10-14); además porque nos consideraban paganos y entregados a la idolatría más degradante. Aunque los hebreos llevaban la señal del pacto, ésta sólo era una marca externa “hecha, en la carne”.   Exteriormente estaban separados pero en el interior estaban tan alejados como los gentiles, (Dt 10:16). Peor que ellos, Lc 18:9-14. ¿Cómo somos nosotros?

b) Estábamos sin Cristo. Esto no sólo significa separados de él como todos los hombres lo están (Col. 1:21), sino que además incluye el no tener parte en el plan de Dios   del futuro (cp. Ro 9:4–5). Estar sin Cristo es estar absolutamente separados de cualquier expectativa o posibilidad de bendición y redención. ¡Aunque nos creíamos ser cristianos!

c) Estábamos alejados de la ciudadanía de Israel, nación que heredó los pactos, la promesa, la ley, etc. Israel vivía la situación particular de ser una nación separada para Dios, y que representaba el reino de Dios en la tierra. Los gentiles sin ciudadanía espiritual no sólo carecían de los privilegios que correspondían a una persona, sino que tampoco podían ser considerados pueblo.

d) Éramos extranjeros y advenedizos (19). Un advenedizo no sólo estaba fuera de su tierra sino que además era un extraño en la casa, en oposición a ser miembro de la familia.

e) Ajenos a los pactos de la promesa.  No teníamos nada que ver con los pactos de la promesa de Dios con Abraham y su descendencia, (Gn 12:2-3; 13:14-15; 17:1-3; Sal 89:3-4; Ro 9:4)

f) Estábamos sin esperanza, condenados al infierno.

g) Estábamos sin Dios en el mundo. Teníamos un sinfín de dioses, pero no teníamos al Dios vivo y verdadero. Éramos idólatras.

 

III.      Pero ahora, v 13-18

En Cristo, todo en Cristo y solamente en Cristo:

a) V 13. Nosotros que estábamos lejos, hemos sido hecho cercanos por la sangre de Jesús. El derramamiento de la sangre de Cristo para la expiación del pecado dio por concluida la separación con Dios y unió a los judíos y gentiles en un cuerpo como un pueblo (Col 1:19–22).

b) V 14a. Cristo, el príncipe de Paz, es nuestra paz, Ro 5:1.  ¿Vives en paz…?

c) V 14b. Jesucristo mismo hizo de los dos pueblos, judíos y gentiles, un solo pueblo: La iglesia, 1Co 10:32; 12:13;  Ga 6:14-15; Col 1:17-23. ¿Amas a los miembros de la iglesia?

d) 14c. Jesucristo derribó la pared que separaba a ambos pueblos, La Ley, (Ex 31.16-17; Nm 23:9) En su cuerpo, Cristo puso fin a la ley de mandamientos y ordenanzas. Él anuló el complicado sistema de observancias legales que distinguía a un judío de un gentil (v. 14).

Por eso, Col 2:13-23. Ap. No hay acepción de personas, Stg 2:1-9. ¿Cómo eres tú?

e) V 15a. Cristo en su carne abolió (revocó, invalidó) las enemistades y la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, Ro 10:4.

f) V. 15b. El resultado de todo lo que Cristo hizo es la creación de un  “Nuevo hombre”,  la creación de un organismo vivo partiendo de dos ingredientes apartados, separados, muertos;  por eso es necesario  2 Co 5:17; Ga 3:26-29. ¿Eres nueva creación…?

g) V 16.  En la cruz, al morir, Cristo hizo la paz de estos dos enemigos irreconciliables. Ambos pueblos recibieron el mismo mensaje de reconciliación con un nuevo contenido: la paz de Dios, que consiste en la desaparición de la enemistad con Dios. Esta acción divina tuvo como efecto la comunión con Dios Ro 5:1; Fil 4:7. Por esta razón Dios es el “Dios de paz” Ro 16:20; Fil 4:9; 1Ts 5:23. Cada creyente en Cristo disfruta de la paz de Dios en su interior, Fil 4:7; ¿Tienes Paz? Aquí está cómo la puedes obtener: Is 26:3-4.  

Estar reconciliados con Dios es haber reconocido su autoridad sobre nosotros, que nos lleva a tener una buena relación con él. Simultáneamente tienen lugar la sanidad de nuestro ser interior y la comunión con los que le obedecen. La reconciliación, por lo tanto, es:

                  1) La liberación de la culpa 2Co 5:17–21.

                  2) La desaparición de la enemistad (Ef. 2:11–16)

            3) Señala el camino hacia la santidad, Col. 1:17–22.

h) V 17. Jesucristo nos anunció el evangelio tanto a judíos como a gentiles.

i)  V 18. En estas buenas nuevas se nos dio a conocer el único camino a la salvación, Jn 5:24; 14:6; Hch 4:11-12; Ef 1:13. Amigo, acepta el único camino de salvación en Cristo.

IV.      Somos miembros de la Familia de Dios. V 19.

Ya no somos extraños para Dios, ahora somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, Ef 3:14-15; Fil 3:20.

Ap. ¿Cómo respondemos a tanta bondad? Ro 12:1-2

Antes muertos, ahora vivos.

Efesios 2 1-10.

Walter A. Maldonado Franck

2.1 Estabais muertos: El hombre no necesita simplemente a un guía o a un maestro. Él está muerto y lo que necesita es a alguien capaz de resucitar su espíritu.

2.2 El modo y las actitudes de la sociedad son formados por el príncipe de la potestad del aire, un título para Satanás que tiene relación con la influencia que ejerce sobre todas y cada cultura.

2.2 «Príncipe de la potestad del aire» significaba para los lectores de Pablo que Satanás y sus fuerzas espirituales de maldad habitan entre la tierra y el cielo. Satanás, de esta manera, se describe como el que ejerce autoridad en el mundo espiritual de maldad, o sea, los demonios y los que están en contra de Cristo.  Satanás significa «el acusador». También se le llama el diablo (4: 27). En la resurrección Cristo triunfó sobre Satanás y su poder. Sin embargo, Jesucristo es el gobernante permanente del mundo; Satanás lo es temporalmente y sólo de una parte del mundo que decide seguirlo.

2.3Hijos de ira: El fin inevitable de los «hijos de desobediencia» (v. 2) es estar bajo la condenación de un Dios justamente airado; es enfrentar un juicio justificado por haber violado fronteras conocidas de orden espiritual y moral (véase Ro 1.18–21).

2.3 El hecho de que todas las personas, sin excepción, cometemos pecado prueba que tenemos la misma naturaleza pecaminosa. Estamos perdidos en pecado y no podemos salvarnos por nuestra cuenta. ¿Significa esto que solo los cristianos hacen cosas buenas? Por supuesto que no, muchos hacen bien a otros. En una escala relativa, muchos son morales, bondadosos, respetan las leyes, etc. Comparados con los criminales, diríamos que son muy buenos. Pero en la escala absoluta de Dios, nadie es lo suficiente bueno como para ganar la salvación («estabais muertos en vuestros delitos y pecados», (2.1). Sólo al unir nuestras vidas a la vida perfecta de Cristo podemos llegar a ser buenos ante los ojos de Dios. «Hijos de ira» se refiere a los que reciben la ira de Dios porque rechazan a Cristo.

2. 4-5En los versículos previos Pablo se ocupa de nuestra antigua naturaleza pecaminosa (2:1–3). Aquí Pablo enfatiza que ya no necesitamos vivir bajo el poder del pecado. Cristo destruyó en la cruz la paga del pecado y su poder sobre nuestras vidas. La fe en Cristo nos declara absueltos o «no culpables» delante de Dios (Ro 3.21, 22). Dios no nos quita del mundo ni tampoco nos convierte en muñecos, sentiremos como que pecamos y algunas veces lo haremos. La diferencia radica en que antes de ser cristianos éramos esclavos de nuestra naturaleza pecaminosa, pero ahora podemos escoger vivir para Cristo (Ga 2.20).

2.6 Nos hizo sentar... con Cristo Jesús: Tres «nos» que encontramos en los vv. 5 y 6 señalan nuestra unión con Cristo: 1) en su resurrección; 2) en su ascensión; y 3) en su papel actual a la diestra de Dios. Desde este lugar de comunión, Él nos concede que participemos en las obras del poder de su reino (Col 1.13). Debido a la resurrección de Cristo, sabemos que nuestros cuerpos también resucitarán (1Co 15.2–23) y que ya se nos ha dado el poder para vivir ahora la vida cristiana (1.19). Estas ideas se hallan combinadas en la imagen de Pablo cuando habla de estar sentado con Cristo en «lugares celestiales». Nuestra vida eterna con Cristo es cierta, porque estamos unidos en su poderosa victoria.

2.7 En los siglos venideros: No importa la gloria que podamos experimentar y gozar en el tiempo presente por el poder y la autoridad del reino de Cristo, es claro que aun hay mucho que no se ha realizado, lo que se hará efectivo en la consumación de esta era y con la inauguración del inimaginable futuro que Dios tiene reservado para los suyos.

Ilustración de la Gracia: Un maestro cristiano quiso enseñar de manera más viva y práctica la verdad referida, y saber que la salvación es un don divino que se recibe por la fe. Para este fin sacó de su muñeca su reloj y lo ofreció “sin dinero y sin precio” al mayor de sus discípulos, diciéndole:

“El reloj será tuyo si lo quieres aceptar.”

Mas el jovencito no pudo creer que fuese verdad ese ofrecimiento. Se quedó sentado sonriendo, sin alargar la mano para recibir el reloj. Vista la incredulidad de éste, el maestro ofreció el reloj al discípulo inmediato, diciéndole:

“El reloj es tuyo si lo aceptas.”

Este pensaba que el maestro se burlaba de él y que los compañeros se reirían si alargaba la mano. Así es que por no tener confianza en las palabras del maestro, se quedó sentado y se quedó sin el reloj.

Y así continuó el maestro ofreciendo su reloj a casi todos los alumnos; pero ninguno tenía fe en su promesa para recibirlo. Pero al fin, lo ofreció al más pequeño de la clase. Este, sí, extendió la mano, tomó el reloj, dio gracias al maestro y se lo metió en el bolsillo.

Todos se rieron de la sencillez del pequeño pensando que el maestro sólo lo había engañado. Pero dijo el maestro:

“Me alegro mucho porque tú, a lo menos, tuviste fe en mis palabras. El reloj es realmente tuyo para siempre. Cuídalo.”

Cuando los otros comprendieron que mediante esa fe sencilla el pequeño compañero había recibido de veras el reloj, sintieron pena, mucha pena por no haber creído ellos también. Pues pensaba cada cual: ¡Si yo hubiese tenido fe en el maestro, sería dueño hoy de un bonito reloj de plata; pero por mi incredulidad perdí la oportunidad!

 

2.8 Gracia habla de la inmerecida bondad por la cual nos es dada la salvación, pero también es la poderosa palabra que describe las formas de operar del Espíritu Santo. Gracia es una fuerza tanto como favor; un verbo, pero también un sustantivo.

2.8,9Cuando alguien le da un regalo, ¿diría usted: «¡Qué lindo es! ¿cuánto le debo?» No, la respuesta apropiada es: «Gracias». Con cuánta frecuencia los cristianos, aun después de habérseles dado la salvación, se sienten obligados a hacer algo para llegar hasta Dios. Debido a que nuestra salvación e incluso nuestra fe son regalos, debiéramos responder con gratitud, alabanza y regocijo.

2.10 Creados... para que anduviésemos en ellas: Lo maravilloso de la obra de nueva creación de Dios en cada creyente es que Él renueva la naturaleza de sus hijos redimidos para realizar buenas obras.

Llegamos a ser cristianos mediante el don inmerecido de Dios, no como el resultado de algún esfuerzo, habilidad, elección sabia o acto de servicio a otros de nuestra parte. Sin embargo, como gratitud por este regalo, buscamos servir y ayudar a otros con cariño, amor y benevolencia y no simplemente para agradarnos a nosotros mismos. Si bien ninguna acción u «obra» nos puede ayudar para obtener la salvación, la intención de Dios es que nuestra salvación resulte en obras de servicio. No somos salvos solo para nuestro beneficio, sino para el de Él, para glorificarle y edificar la Iglesia (4.12).

2.10 hechura, del Griego poiema, poema. Designa un producto manufacturado, un diseño producido por un artesano. Poiema hace énfasis en Dios como Diseñador Maestro, en el universo como su creación (Ro 1.20) y en el creyente redimido, como su nueva creación (Ef 2.10).

Antes de nuestra conversión, nuestras vidas no tenían ni rima ni razón. La conversión nos trajo equilibrio, simetría y orden. Nosotros somos el poema de Dios, su obra de arte.

 

LA ALABANZA

EFESIOS 1:6 

 

Hemos hablado de que Dios, por su propia voluntad, y por medio de Jesucristo, nos bendijo, nos escogió y nos predestinó para que seamos sus hijos santos. Todo esto para alabanza de la gloria de su Gracia.

Cuando aprendemos a conocer a nuestro Señor Jesucristo, quien es, lo que hizo y hace a favor nuestro, no podemos dejar de amarlo y de alabarlo. Se aben nuestros labios porque nuestro corazón cae rendido ante nuestro Señor. Por eso he decidido hablar un poco más acerca de la alabanza.

Quiero recordarles, de todos modos, que la verdadera manera de alabar a Dios es por una vida rendida en obediencia a Dios.

¿Cuándo, dónde y cómo alabar a nuestro Señor? Responderemos estas preguntas con los Salmos, el himnario o corario que Dios dio a Israel y a su iglesia.

 

¿Cuándo?       En la mañana, Sal 57: 7-8; 59:16; 92: 1-4.

                        En la tarde, 141:2                   

                        A media noche, 119:62 (Hch 16: 25-26)

                        Siempre, 34:1; 71:8; 145:2. (Ef 5: 19:20

 

¿Dónde?         En las alturas, 148:1 ¿Qué te produce  avión, o montaña?

                        En los cielos y la tierra, 57:5, 11; 113:1-3; 148:1-14 

                        En la congregación, 22:22; 35.18; 107:31-32; 111:1

                        Entre los pueblos, 57:9; 108:3

                        En la cama, 63:5-6; 149:5 (42:8)

 

¿Cómo?          Con todo el corazón, 9:1; 111:1

                        Con inteligencia, 47:7 Pensando lo que cantas.

                        Haciéndolo bien, 33:3

                        Con júbilo,  5:11; 27:6; 32:11; 47:1

                        Con la boca, 63:3, 5 (Lc 6:45)

                        Con las manos, 47:1; 63:4; 98:4

                        Con danza, 149:3; 150:4

                        Con instrumentos:

                        -          Cuerda, 33:2; 150:3

                        -          Viento, 98:6; 150:3;   150:4

                        -          Percusión, 150:4-5, 149:3

 

¿Quiénes?      Todas las naciones, 117:1; 67:3, 5

                        Los rectos de corazón, 32:11

                        Toda la creación, 103:20-21; 148:1-14 (Job 38:7)

                        Todo ser viviente, 150:6

 

¿Quiénes no alaban? Los muertos, 115:17; 6:5; 88:10 (Is 38:18-20)  (Ef 2:1ss.)  

 

¡¡¡Tú estás vivo y tienes vida eterna, por lo tanto alaba a tu Señor y Salvador!!!

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