Jesucristo va a venir
Tema: Jesucristo va a venir. ¿Cómo me preparo?
1ra Juan 2:28-3:3
Puntos centrales:
- Permanece en Jesucristo(V28-29)
- Mira a Jesucristo (V1)
- Espera a Jesucristo (V2-3)
Introducción
Les saludo a todos cordialmente. La canción que acabamos de cantar fue desde hace mucho tiempo mi oración para este sermón, que Dios nos abra los ojos para ver el privilegio que tenemos de ser un hijo de Dios. Debido a que como hijo de Dios yo estoy yendo al encuentro con mi Señor. Este encuentro nos será recordado este mañana. Y en este contexto vamos a reflexionar, ¿cómo me preparo para eso? Entonces tenemos el tema: ¡Jesucristo va a venir! ¿Cómo me preparo?
Voy a leer el texto bíblico, tomado de la primera carta de Juan, en el segundo capítulo, desde el versículo 28:
28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.
1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es.
Juan mencionó en los versículos anteriores a los anticristos y nos llamó la atención, que seducción será visto y sentido en todas partes. Juan nos mandó también a perseverar en la verdad y por lo tanto en Jesucristo, el cuál es la verdad personificada. No se necesita nada ni a nadie a parte de Jesucristo. Permanece en Jesucristo. No se dejen engañar o persuadir es el mensaje de advertencia del Apóstol Juan también a nosotros hoy mismo. Y Juan repite este punto desde el versículo 24 una y otra vez: Permanezca, permanezcamos, permanezca. Permanecer significa no cambiar ni desplazar la opinión o la vista.
Parte principal
Permanezca en Jesucristo (V28-29)
Y justo esta petición captura hoy Juan otra vez y con este punto esencial nos quedaremos en la primera parte de mi prédica. Porque él escribe en el versículo 28: “Y ahora, hijitos, permaneced en él” Este es el punto principal en el versículo 28. ¡No cambien su opinión! No es solamente una recomendación, sino una llamada seria, una orden de la mayor importancia, la cual se ha de actuar de inmediato, para protegernos de la decepción más grande de la vida. Esta llamada “permaneced en él” está escrita en el presente y esto significa, que es nuestra tarea diaria: Permanecer en Jesucristo y por lo tanto en lo que nos enseña la Biblia. ¿Pero cómo podría ser la situación en la práctica? ¿Cómo puedo asegurarme que estoy permaneciendo en Jesucristo y su palabra? Juan mismo nos explica eso.
- 1Jn 2,6: Llevar un estilo de vida como Jesucristo
- 1Jn 2,10; 4,12: Amar a su hermano y a su prójimo
- 1Jn 2,17: Llevar a cabo la voluntad de Dios
- 1Jn 3,17: Tener compasión de su hermano
- 1Jn 3,24: Guardar los mandamientos
- 1Jn 4,15: Confesar que Jesucristo es el hijo de Dios
¿Tenemos que hacer algo para que permanezcamos en Jesucristo? Sí y no. Sí en la medida en que yo permanezca en lo que nos enseña la palabra y aquí hemos visto que la palabra nos enseña a no cambiar de opinión o actitud. Yo sostengo que soy salvo por gracia y no por mis obras. Eso es esencial. ¿Por qué? De esa manera yo me quedo en una gratitud constante por la bondad de Dios hacia mí. Estoy paralizado por la belleza del amor de Dios para mí. Cada día nuevamente. El centro es, que dejo que el amor de Dios fluya en mi vida y que ese amor salga de mi vida hacia otros.
Cada uno de nosotros tiene su cumpleaños. Y en este día recibimos regalos. Por supuesto los aceptamos con mucho gusto. Supongamos que alguien va a tu casa, toca el timbre y te da un regalo. Muchas gracias, ¡qué amable! ¡Qué amable es esa persona! Y nosotros estamos muy felices todo el día por haber recibido regalos. Hoy es un nuevo día y tu cumpleaños ha pasado, era ayer. Pero de repente alguien está tocando el timbre y tú vas a ver quién será. Otra vez la misma persona y otra vez con un regalo, el cuál te quiere entregar. Te da vergüenza porque no es más tu cumple y se lo dices a ese persona. Pero ella insiste que aceptes. Entonces, das las gracias por este otro regalo. Al día siguiente está esa persona otra vez delante de tu puerta. Otra vez con un regalo y otra vez está insistiendo que lo aceptes. Poco a poco se vuelve incómodo y estás cansado de siempre aceptar un regalo. Pero esta persona quiere que lo aceptes cada día. Igualmente viene Jesús cada día a la puerta de tu corazón para obsequiarte el regalo de su gracia, su salvación, su amor, su fuerza para la batalla espiritual y las tentaciones. Cada día. Mientras me doy cuenta de eso, permanezco en constante gratitud hacia Jesucristo. Además tomo en cuenta, cuán grande es el amor de Jesucristo hacia mí y que es un privilegio ser un hijo de Dios. Pero tengo que aceptar cada día su regalo de gracia y de su amor. Gracias Jesús, porque sin ti estaría perdido eternamente.
Juan nos manda: “permaneced en él”, no se dejen inducir a cualquier teoría humana o religión. Solamente Jesucristo. Él es la fuente de nuestra vida y también el destino. En Jesucristo recibí limpieza, perdón y redención como hemos visto en los versículos 7 y 9 del primer capítulo. Además la propiciación por nuestros pecados, quiere decir, que Jesucristo ha tranquilizado la ira de Dios por mis pecados. Y por Jesucristo, Dios me ve como si yo nunca hubiera hecho o tenido pecado y siempre hubiera sido obediente como Jesucristo. Estimados hermanos, ¿qué necesitamos aún más, que permanecer con estas verdades básicas?
Es la voluntad profunda de Juan, que nosotros no seamos avergonzados en la venida de Jesucristo, sino que seamos arrebatados, porque el versículo 28 dice: “para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.”
La persona, que permanece en lo que dice Dios en su palabra, puede mirar hacia adelante a la venida de Jesucristo llena de confianza y esperanza. Ahora no vemos a Jesucristo, pero va a venir el momento, en que se manifestará Jesucristo. El tiempo exacto no lo sabemos, pero seguro es, que Jesucristo va a venir. El arrebatamiento será de repente y allí no nos queda ni un segundo para arreglar algo o para poder justificarnos delante del Señor Jesucristo. No, será de repente, sorpresivo.
Hace algunas semanas sucedió lo siguiente: Un domingo en la madrugada, Simea empozó a llorar. Normalmente se levanta sólo para ir al baño, pero de repente empezó a llorar en el baño. Rápidamente me levanté para ver qué estaba pasando. Pero por levantarme rápido, se me nubló la vista, desmayé y caí. Yo no me di cuenta, no sentí ningún golpe. Después de un momento, mi conciencia volvió y me di cuenta que había caído al piso. Si yo hubiera muerto en ese momento, tampoco hubiera tenido tiempo para arreglar algo en mi vida. Fue de repente y de igual forma será con la venida del Señor. Será también sorpresivo.
Juan nos muestra en este versículo, que habrá personas, que no serán arrebatadas, porque no están llevando su vida según lo que dice la palabra. Personas entonces, que pensaban saberlo mejor, que no se dejaban guiar por el Espíritu Santo, y no llevaron a cabo la voluntad de Dios. Estas personas no han permanecido en la palabra. Por fuera, nosotros como hombres, no siempre nos damos cuenta de estas personas, pero Dios ve detrás de tu máscara, ve tu corazón, y él nos juzgará de acuerdo con nuestra actitud.
Me conmueve, que Juan tuvo que escribir en este contexto con los anticristos, que ellos saldrán de entre nosotros. (Véase versículo19). ¡Imagínense eso! Hay entonces la posibilidad de ser parte de una congregación, pero solamente por fuera, asistir fielmente a todas las reuniones y crear la apariencia, de que todo está bien conmigo. Pero por dentro, no ser un hijo de Dios y no dejarse guiar por el Espíritu Santo. La Biblia menciona este grupo de personas en apocalipsis 3:16 tibios, que serán vomitados de la boca, quiere decir, que este grupo no tendrá lugar en el cielo ni en la presencia de Dios.
Quiero referirme ahora a este grupo de personas. Estimado oyente, tú sabes exactamente en tu corazón, que estas tolerando pecado en tu vida. Tú mismo sabes, cómo estás por dentro y tú sabes exactamente, que te quedarás en el momento del arrebatamiento. ¿Estás consiente, que estás jugando con fuego?, porque Jesucristo vendrá a una hora, en la cual no lo esperas. Sé, que tú puedes engañarnos a todos nosotros aquí adentro, y puedes ponerte tu máscara con la cara “feliz domingo” y ser el hermano ejemplar o la hermana modelo, como aquí en esta foto. Pero nunca podrás engañar a Jesucristo. Y vendrá el momento en el cual serás alejado de Jesucristo avergonzado. ¡Qué frustrante debe ser eso! ¡No sabemos el momento, el tiempo exacto! Déjenme profundizar este pensamiento con el siguiente video.
¿Estás listo? Pienso que nadie de nosotros quiere ser alejado de Jesucristo avergonzado. Pero sobre este asunto, tú mismo decides.
Juan dice en el versículo 29, que Dios es justo. “Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.” Dios juzgará justo. Todos nosotros tenemos este conocimiento. Pero ¿qué impacto tiene ese conocimiento con cada uno de nosotros? El impacto correcto es hacer justicia, quiero decir, actuar de una forma, que agrade a Dios y que este conforme a la voluntad de Dios revelada en su palabra. El nuevo nacimiento es la base, y llevar su vida de acuerdo con la palabra la consecuencia natural. Si tú y yo no vivimos según la palabra de Dios o como dice Juan no hacemos justicia, seremos alejados avergonzados en la venida de Jesucristo. Pero la meta de Dios para ti y para mí es todo lo contrario. Para formar parte en el arrebatamiento de Jesús, no necesitamos más que permanecer en Jesucristo y llevar nuestras vidas según su palabra. Qué momento más maravilloso será ese. Gloria sea a su nombre. Permanezca en Jesucristo, fue el primero punto central de este mañana.
Mira a Jesucristo (V1)
Ahora continua Juan en el tercer capítulo con el versículo muy conocido: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” Para mirar tenemos que abrir nuestros ojos, y es mi deseo profundo y mi oración, que Dios abra los ojos de todos nosotros este mañana para que veamos el amor de Dios, porque esto tendrá consecuencias en nuestro diario vivir. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre” Ese amor causó dolor. Vamos a volver 2000 años. En aquel tiempo, Pilato exigió ver a la gente. En Juan 19,5 leemos: “Entonces Jesús salió con la corona de espinas sobre la cabeza y el manto púrpura puesto. Y Pilato dijo: “¡Miren, aquí tienen al hombre!”” (NTV). Para conocer el amor de Dios, tenemos que abrir los ojos y ver a Jesús, como él está sufriendo en remplazo de tus y mis pecados. Jesús el hijo de Dios, puro, sin pecado, sin mancha delante de Dios, murió en remplazo de ti y de mí en la cruz de Gólgota. Esta muerte causó dolor del más alto nivel, el cual no nos podemos imaginar. Pero esta muerte en la cruz fue necesaria, para evitar la ira de Dios en tu vida y en la mía. No había otra posibilidad. Solamente la sangre de Jesús, del único hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. Nos limpia, entonces tú y yo somos incluidos aquí. Jesús nos quiere limpiar de toda culpa y pecado para que podamos vivir como personas que fueron liberadas del pecado y para que podamos servir a Dios con nuestra vida. Esa es la meta de Dios para nosotros. La liberación del poder del pecado, debajo del que vivíamos antes de conocer a Cristo, es la meta de Dios, para que tengamos comunión con Dios. Cada uno que cree que Jesucristo murió en remplazo de sus pecados y que invitó a Jesús en su corazón como Señor de toda su vida, esa persona es hijo de Dios. Sin estos pasos de la conversión no eres un hijo de Dios, aunque estés regularmente en cada reunión de la congregación o aunque tengas un cargo en la iglesia. Reconocemos el amor de Jesucristo hacia nosotros, que él murió y estaba dispuesto a sufrir tanta pena por nuestra salvación. Estimado oyente, si tú te has dado cuenta esta mañana, que no vas a poder ser parte del arrebatamiento, porque estas tolerando pecado en tu vida, entonces te invito a venir a la cruz con tus pecados y que los confíes a Jesucristo y lo invites a entrar en tu vida como Señor. Puede ser, que haya personas aquí esta mañana que nunca han venido a Jesús con sus pecados pero que quieren ser hijos de Dios, entonces también para usted es esa invitación. También usted puede empezar de nuevo con Jesucristo. Hay hombres y mujeres aquí este mañana que están dispuestos a ayudarle en este paso de conversión y que pueden responder a sus preguntas. Si usted no conoce a nadie, le puede mostrar personas de confianza.
Juan está poniendo un énfasis muy especial en el versículo uno, que me ha sido muy importante en la preparación de esta prédica y que me abrió más los ojos para el amor de Dios. Leamos de cerca otra vez: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre” Mencioné antes brevemente algunas reflexiones sobre el sufrimiento de Jesucristo. Pero ¿qué paso por la cabeza de Dios Padre en el cielo, cuando él veía a su hijo único sufriendo en la cruz por ti y por mí? Imagínate la situación siguiente: Tú tienes una sola hija o un solo hijo. Todo tu amor es para tu hijo. Lo cuidas con todo tu amor, haces todo para ella o él. Y ahora, pasas esta historia del sufrimiento de Jesucristo y pones a tu hija única en el lugar de Jesucristo. Ves ahora a tu hijo, como los soldados se están burlando, están azotando a tu hijo amado, como ellos golpean las largas espinas en la cabeza de tu hijo. No es suficiente todavía. Tu hijo tiene que llevar la cruz a Gólgota y tu hijo no ha hecho ni una cosa equivocada en su vida. Tú sabes, que después tu hijo será clavado en la cruz. Ahora es el momento. El primer clavo, tu hijo llora, su cara está desfigurada por el dolor, pero a los soldados no les importa nada. Ellos continúan con la otra mano y después los pies. Allá está tu único hijo, no porque tu hijo pecó, él está allá en remplazo de los demás hombres. ¡Qué dolor tremendo! para ti e igualmente, que dolor gigantesco había significado eso para Dios Padre al ver a su hijo único y amado sufriendo por ti y por mí. Y Dios lo permitió por amor hacía ti y hacia mí. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre” Ábrenos, Señor, los ojos y el corazón. ¿Vemos y entendemos ahora, como Dios Padre conmiseró con su hijo y cuál amor nos ha dado el Padre? Dios no estaba obligado de ningún manera a salvarnos, pero él lo ha hecho por amor hacía ti y a mí, para que seamos hijos de Dios. El tiempo que Juan está usando aquí, comparte una acción completada en el pasado, pero su resultado existe todavía en el presente. Les voy a explicar eso. El amor de Dios nos fue dado en aquel tiempo hace 2000 años, pero ese amor tiene todavía sus consecuencias hasta este día presente. Entonces, todo aquél, que se abre a ese amor de Jesucristo y Dios Padre, en esa vida entra el amor de Dios y cambia la vida totalmente. ¿Pero cómo influye eso en nuestras vidas? Juan mismo da la respuesta: “para que seamos llamados hijos de Dios”. La repercusión de este amor es un regalo a nosotros, los seres humanos que es el ser hijo de Dios. Un hijo de Dios es aquél, que nació espiritualmente por medio de Dios. La vida espiritual es un regalo de Dios. Yo no puedo regalarme la vida, ni la vida espiritual. Yo no puedo decidir: Ahora quiero vivir. Lo mismo es con la vida espiritual. El nacimiento espiritual es un regalo de Dios a nosotros. Jesús mismo nos enseña: Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere (Jn 6:44.65). Si tú has aceptado a Jesús como Salvador y Señor en tu vida, eres hijo de Dios, eres su hijo.
Juan continua ahora en la segunda parte: “por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” Como hijos de Dios hemos venido a Jesús, a la luz y hemos sido capaces de verle y conocerle. Personas sin Jesucristo andan todavía en la oscuridad y la oscuridad ha cegado sus ojos. (Jn 2:11). Sin luz no reconocemos nada, andamos en las tinieblas y no sabemos a dónde vamos. Y por eso, el mundo, quiere decir, personas sin Jesucristo, no nos conocen, porque no le conocieron a él. A esas personas les hace falta esta dimensión espiritual, les hace falta la experiencia de ser hijos de Dios y por eso les falta ese conocimiento. Ellos no pueden captar el valor de ser hijo de Dios. Es un gran privilegio ser un hijo de Dios, no queremos olvidarnos de eso. Y para no olvidarnos de eso, queremos mirar a Jesucristo y el amor de Dios Padre, porque sin la salvación no podríamos ser hijos de Dios ahora. Queremos mirar a Jesucristo, porque Juan usaba el imperativo y eso deja en claro que también ahora debemos mirar a Jesucristo.
Espera a Jesucristo (V2-3)
En la tercera parte reflexionaremos sobre el tema: Espera a Jesucristo. Porque el próxima versículo dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”
Juan repite otra vez para grabárnoslo profundamente en nuestro corazón: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. Ser hijo de Dios es la condición para todo lo siguiente. Es como el fundamento, la base. Pero ahora, ¿qué pensamiento está intercalando Juan? Juna está mirando al futuro. Él dice: „y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;” Ser manifestado quiere decir, mostrarse, revelarse. Nosotros no hemos conocido todo. No hemos comprendido con toda profundidad, que privilegio es, ser un hijo de Dios y cuán grande es el amor de Dios hacia nosotros. Porque si hubiéramos comprendido eso hasta en el más mínimo detalles, no pecaríamos, porque la Biblia dice en Juan 14:15.23: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos” (NVI) o como hemos visto en el capítulo 2, versículo 5 de la primera carta de Juan: “Él que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado” Vemos cada día a Jesús, porque eso cambiará nuestro estilo de vivir.
Además no hemos comprendido todo del futuro, por ejemplo lo que hemos de ser o que belleza será estar con Dios por toda la eternidad. En este asunto, mucho está tapado todavía, pero se revelará. Sin embargo algunas cosas ya podemos saber, porque Juan dice aquí: “pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” Con toda certeza, con toda seguridad podemos saber dos cosas: Primero, que Jesús se manifestará, y eso será, como hemos visto en el primer punto, en el arrebatamiento. Segundo podemos estar seguros, que seremos iguales como Jesús ahora en los cielos. ¡Wow! ¿Qué significaría eso? Esto significa por ejemplo, ser libres de toda tentación y por eso del pecado o que no habrá enfermedades, no habrá sufrimiento, no habrá la muerte. Estaremos donde está ahora Dios Padre en el cielo. El cielo es un lugar de tanta belleza, que nos faltarán las palabras para describirlo. Estos son estados, los cuales no estamos experimentando ahora, pero a los cuales estamos yendo. Hermano, ¿eres consciente de eso? ¡Qué futuro extraordinario nos espera! Por eso es la consecuencia normal lo que leemos en el versículo 3: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es.”
El hijo de Dios vive con esperanza, tiene un futuro maravilloso. Juan 14:2-3 dice: “En la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” ¡Qué esperanza tenemos! En el nuevo testamento se usa esa palabra esperanza solamente en el sentido de una esperanza alegre. Siempre hay la confianza, que recibiremos algo bueno. Y así es verdaderamente. Vamos a ir a un lugar de un valor incalculable. Y cuanto más lo reconocemos, más es nuestro profundo deseo, vivir como Jesús o como Juan aquí escribe: “se purifica a sí mismo”.
La palabra “se purifica” tenemos que entender primeramente en relación con el antiguo testamento. Antes de que el pueblo de Israel recibió los diez mandamientos, Dios instruyó a Moisés: “Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.” Ex. 19:10-11. El pueblo de Israel tenía que santificarse, lavarse. Igualmente después en la época de Josué, antes de que el pueblo de Israel pasara el Jordán y Dios hiciera ese milagro tremendo, ellos tenían que purificarse. La purificación era condición y preparación para el encuentro con Dios. En el Nuevo Testamento encontramos lo mismo en la segunda carta a los Corintios 6:11 al 7:4. Pablo enseña claramente, que si Jesucristo está sentado en el trono de nuestra vida, tenemos el deseo de purificarnos. “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” (2Cor 7:1). También el apóstol Pedro nos muestra eso en 1 Pedro 1:14-19.
Purificarse significa entonces, llevar un estilo de vida, que glorifique a Dios y eso no solamente en obras, sino también en pensamientos. Purificarse no significa simplemente, lavarse, hacer la limpieza, no es un paso más: Yo vivo también en dedicación a Dios, yo me dedico a él, vivo para él y eso con todas mis fuerzas.
En el versículo 2 hemos visto, que Jesucristo vendrá. Esa es mi esperanza, la cual determina mi vida, mis pensamientos, mis decisiones y por eso me purifica, me separa de toda contaminación, para que me pueda encontrar con mi Jesús, mi Señor, y para que él no me rechace y yo no me aleje de él avergonzado.
Juan es a veces en su carta muy específico, y es por eso que me permito ahora para terminar, ser específico también. Juan dice aquí: “todo aquel”. Él no dice algunos, la mayoría, muchos; no, “todo aquel”. Estimado oyente: ¿Estás llevando tu vida en pureza? Esta pregunta es también para mí. ¿Te estás purificando de toda contaminación, de toda mancha? Yo no estoy pensando en un protector bucal, eso no contamina tu vida espiritual. Mucho más estoy pensando en la mancha del odio contra algún familiar o personas que te han hecho algo malo en el pasado. Estoy pensando en la mancha de la postura irreconciliable, puede ser contra un hermano o una hermana de la iglesia. Estoy pensando en la mancha de envidia, porque el otro puede comprarse algo, que tú no puedes. La mancha de la avaricia porque nunca estás contento con lo que tienes. Mancha de la presunción. Mancha de la soberbia, la arrogancia etc. Juan nos enseña, que todo aquel se purifica y está consiente, que él está yendo a Jesucristo que viene. Es la actitud normal de un verdadero discípulo de Jesucristo, que él no deje entrar nada que pueda contaminar o manchar su vida.
La Biblia dice que nosotros somos la novia de Jesucristo. ¿Cómo se viste una novia? Aquí una foto. Una novia tiene un vestido blanco, un vestido muy especial y tremendamente lindo. Ella se ha hecho a sí misma hermosa para el día grande de la boda y se ha vestido con un vestido puro y limpio. ¡Como la novia tenía cuidado que no aparezca ni una mancha en su vestido blanco! Y si hubiera aparecido una mancha en el vestido, rápidamente se hubiera limpiado y purificado, para que pueda encontrase con el novio sin mancha y limpia. Así debe ser también nuestra vida espiritual. Cuando Jesucristo viene, él quiere encontrar a una novia purificada y limpia.
Estimado hermano. Si tú, por la guía del Espíritu Santo, te has dado cuenta, que tienes una o más manchas en tu vida, lávate, purifícate, reconcíliate con tu familiar, tu hermano o hermana en la congregación, cambia tu actitud con la ayuda de Dios. También para eso, muchas veces es de gran ayuda, si un hermano o una hermana te acompaña en estos pasos con ayuda espiritual. ¡Usa esa ayuda!
Al contrario, si tú no estás dispuesto a purificarte, no estarás listo tampoco cuando venga Jesucristo, sino te estarás alejando de él avergonzado. ¿Quieres eso? No, espero que nadie aquí adentro quiera eso. Mucho más queremos estar limpios cunado viene Jesucristo y él va a venir. Por eso, prepárate.
Conclusión
Hemos reflexionado este mañana sobre el tema: Jesucristo va a venir. ¿Cómo me preparo? Para terminar quiero resumir los tres puntos clave:
Jesucristo va a venir. Yo estoy alegre, porque sé, que soy hijo de Dios. No por mis obras, no, solamente porque Dios me aceptó y Jesús perdonó mis pecados. Para esta gran venida me preparo mientras permanezco en Jesucristo, quiere decir que hago lo que dice la palabra. Así puedo saber que Jesucristo me llevará en su arrebatamiento y no seré alejado de él avergonzado.
Una y otra vez miro a Jesucristo, que sufrió y murió por mi gran deuda de pecado. Me quedo boquiabierto por el amor inmenso de Dios Padre, que él dejó sufrir en remplazo de mí a su único hijo para que yo sea salvo ahora y para que pueda ser su hijo. Es un privilegio, el cual nunca puedo valorar adecuadamente.
Con ansias espero a mi Salvador y Señor en su pronta venida. Él es como mi modelo y yo quiero vivir como él. Me voy a mantener limpio en pensamientos y obras, para que pueda ir con él en su arrebatamiento. No dejo, que ni una mancha se quede en mi vestido, me purifica constantemente. Si, espero a mi novio, a mi Jesucristo.